Entrevistas

Sonia Bussu Inspirar la innovación democrática: una conversación con Sonia Bussu sobre cómo reclamar más gobernanza participativa

26/mayo/2024 por Olivier Schulbaum & Cristian Palazzi
Sonia Bussu, Inspire, 2024
Olivier Schulbaum

Olivier Schulbaum

Co-fundador de la Fundación Platoniq

Emprendedor Social, fundador de la plataforma de financiacíon colaborativa ética Goteo. Trabajo como consultor en numerosas organizaciones nacionales y extranjeras aplicando mis conocimientos y amplia experiencia en diseño y desarrollo de metodologías ágiles y herramientas open source para la innovación social digital. Desde el 2001 llevo a cabo acciones y proyectos en los que los usos sociales de las Tecnologías de la Información y la Comunicación y el trabajo en red son aplicados al fomento de la comunicación, la autoformación y la organización ciudadana. Miembro del Patronato de la fundación Ciudadana Civio.

En Platoniq interpreto las necesidades de nuestros socios teniendo en cuenta los nuevos retos sociales, las oportunidades y los paradigmas tecnológicos. Llevo a cabo proyectos desde 2001, en los que se aplican los usos sociales de las TIC y las redes distribuidas para mejorar la comunicación, la autoformación, el emprendimiento social y la organización ciudadana. Mis trabajos con Platoniq se han presentado en congresos de innovación y festivales de cultura digital y se han puesto en marcha en organizaciones como la cooperativa vasca Mondragón y en varios espacios educativos de Europa, Asia y América Latina.

Cristian Palazzi

Cristian Palazzi

Director de Incidencia y Movilización Ciudadana

Filósofo en Fundación Platoniq y asesor de campañas de crowdfunding cívico en Goteo.org.

Sonia Bussu es Profesora Asociada de Políticas Públicas en el Departamento de Administración y Políticas Públicas de la Universidad de Birmingham. Su investigación se centra en la gobernanza participativa, la coproducción y la investigación participativa. Le apasiona tender puentes entre la democracia participativa y la investigación participativa, reconociendo que estos campos han permanecido tradicionalmente separados. Sonia hace hincapié en la importancia de permitir a los participantes autoevaluar sus propias experiencias de participación y su impacto social percibido. En Platoniq, estamos encantados de colaborar con Sonia en proyectos como Mindset Revolution e INSPIRE, ya que trabajamos conjuntamente para salvar estas distancias y explorar enfoques innovadores de las prácticas participativas.

Estamos deseando presentar tu nuevo libro aquí en Barcelona - Reclaiming Participatory Governance: Social Movements and the Reinvention of Democratic Innovation (Routledge Studies in Democratic Innovations). El libro aborda ampliamente la influencia de los movimientos sociales en la elaboración de políticas participativas. ¿Podría compartir su opinión sobre la relación entre los movimientos sociales y las instituciones públicas? ¿Qué cambios son necesarios para fomentar una relación más fructífera entre ambos?

La relación entre los movimientos sociales y las instituciones estatales suele ser compleja y polémica, pero también puede ser productivamente disruptiva. El libro explora varias experiencias de movimientos sociales que recuperan las herramientas de la democracia deliberativa participativa para fomentar proyectos de democratización más radicales. En el proceso, a veces establecen alianzas con las instituciones estatales, que pueden ser exitosas en algunos casos y desafiantes en otros.

Por ejemplo, a través de la coalición Barcelona en Comú, como parte de la nueva ola municipalista en muchas ciudades españolas, hemos visto cómo los movimientos sociales han conseguido ocupar algunas instituciones estatales locales reforzando y ampliando la infraestructura participativa existente. Sin embargo, navegar por el marco normativo puede resultar difícil. Ha habido experimentos innovadores en la elaboración de políticas, como las asociaciones público-públicas, que replantean de forma creativa las normas existentes sobre la transferencia de activos a la comunidad, entre otras cosas.

Sin embargo, también existen retos importantes. Las instituciones estatales y los movimientos sociales tienen formas muy distintas de organizarse y trabajar. Los activistas, que suelen ser voluntarios, quieren ver un impacto a corto plazo porque están profundamente afectados por los temas que defienden. Por el contrario, la administración y las instituciones públicas suelen trabajar a un ritmo más lento, lo que provoca frustración y a veces hace que la gente se dé por vencida.

Algunos de los capítulos del libro examinan esta relación y estas alianzas desde la perspectiva de los activistas, analizando las frustraciones a las que se enfrentan y los retos de mantener motivada a la comunidad cuando los resultados no son inmediatamente visibles. Es una relación complicada, pero también es donde se produce la innovación.

Muchas instituciones locales de todo el mundo han adoptado conceptos como la creación de riqueza comunitaria, que vincula la contratación pública con las cooperativas y la economía local. Aquí es donde la innovación democrática puede desafiar a la economía neoliberal y tener un impacto real.
Sonia Bussu

A medida que los movimientos sociales recuperan la caja de herramientas de la participación, amplían el foco de atención de los ámbitos políticos de toma de decisiones a la economía y la sociedad. Aquí es donde la democratización puede tener un impacto real. Si democratizamos el lugar de trabajo o la escuela, es ahí donde los ciudadanos experimentan realmente la democracia o su ausencia. Los movimientos sociales progresistas y de base han sido ambiciosos en este proyecto de renovación radical, a veces utilizando también herramientas como el sorteo o el presupuesto participativo, pero con objetivos más radicales. Muchas instituciones locales de todo el mundo han adoptado conceptos como la creación de riqueza comunitaria, que vincula la contratación pública con las cooperativas y la economía local. Aquí es donde la innovación democrática puede desafiar a la economía neoliberal y tener un impacto real.

Por supuesto, es un tira y afloja constante. Hay victorias y derrotas, y los cambios de gobierno pueden frenar algunos de los logros conseguidos. Es un proceso continuo. Por eso me gusta el concepto de ensamblaje como marco. La democracia está en continuo devenir.

El proceso de innovación democrática no tiene un punto final definitivo. Uno de los riesgos de la práctica actual de la democracia deliberativa participativa es la fijación en formatos específicos, como las asambleas ciudadanas. Esto puede limitar a veces el espacio para una auténtica innovación democrática. Los movimientos sociales, por el contrario, suelen ser más eficaces a la hora de mantener el énfasis en la innovación, ya que navegan de forma creativa y responden a las necesidades y problemas a los que se enfrentan sus comunidades a diario, pero también aprovechando sus numerosos activos.

Este libro presenta un debate interesante y una variedad de casos fascinantes. Sin embargo, no mira el tema de manera ingenua. Reconoce y reflexiona sobre los numerosos retos que plantean estos procesos.

¿Podría hablarnos de su papel y sus objetivos dentro del proyecto europeo Inspire, especialmente en lo que se refiere a cómo aborda las cuestiones de la democracia participativa y los espacios intersectoriales de participación?

Soy la coordinadora científica del proyecto Inspire, en colaboración con Brigitta Geisel, de la Universidad Goethe de Fráncfort. Se trata de un proyecto cofinanciado por Horizon Europe y UKRI. Es un consorcio fantástico con mucha experiencia y pasión por la democracia participativa desde diferentes perspectivas. Trabajamos juntos para que la práctica, el discurso y la investigación sobre la democracia participativa sean más interseccionales e inclusivos. Hemos detectado algunos problemas importantes en la forma en que estudiamos, pensamos y aplicamos la democracia deliberativa participativa. A menudo se desvincula de la economía política de la participación, y sabemos que las limitaciones socioeconómicas afectan significativamente a la participación y a la capacidad de las personas para participar en igualdad de condiciones. Creemos que esta disociación es una de las razones por las que la democracia participativa no tiene el impacto que esperaríamos en la justicia social y la equidad. También creemos que la práctica de la democracia participativa ha sido muy verticalista, a menudo diseñada por personas del mundo académico o del sector democrático, muchas de las cuales proceden de un grupo demográfico reducido. En nuestro proyecto intentamos abordar estas cuestiones.

Ha mencionado que los espacios participativos suelen reflejar una demografía predominantemente blanca y de clase media. ¿Cómo afecta esta homogeneidad demográfica a la eficacia e inclusividad de estos espacios?

De hecho, a menudo nos encontramos con que estos espacios participativos universalizan la experiencia y las expectativas de participación de este reducido grupo demográfico. Esta es una de las razones por las que nos cuesta implicar a personas de otros grupos, muchos de los cuales están marginados en todos los aspectos de la vida pública y a menudo tienen razones válidas para desconfiar del Estado, por ejemplo las comunidades minoritarias y racializadas, o los jóvenes, que se sienten cada vez más alejados de las instituciones democráticas. Desgraciadamente, la práctica actual de innovaciones democráticas no está ayudando realmente a salvar la distancia entre estos grupos y las instituciones estatales, ni tampoco con la sociedad en general.

¿Cómo piensan implicar a los grupos marginados y replantearse la participación desde su perspectiva?

Tenemos previsto codiseñar espacios participativos con ellos. Esto implica experimentar con distintos enfoques que vayan más allá de la deliberación centrada en la palabra y los formatos asamblearios, que pueden no tener eco en determinados grupos demográficos, como los jóvenes. Pretendemos que el proceso democrático sea ameno y atractivo, reconociendo que la democracia es relacional y se basa en la empatía. Con este fin, estamos explorando enfoques basados en las artes, como el teatro legislativo, pero no sólo, para ver si pueden reforzar la inclusión interseccional y de qué manera. Trabajaremos con profesionales como Katy Rubin. Si quieres saber más sobre el teatro legislativo, habla con ella.

¿Podría explicarnos cómo pretende integrar a los responsables políticos y garantizar la sostenibilidad de las iniciativas participativas más allá de la duración del proyecto?

Queremos implicar a los responsables políticos desde el principio, a través de una serie de espacios de coproducción en distintos niveles de gobierno. Nuestro objetivo es reforzar el arraigo de los enfoques participativos en la elaboración de políticas. Muchas innovaciones democráticas se detienen en el punto de las recomendaciones, sin pensar demasiado en lo que ocurre después del proyecto. A nosotros nos interesa lo que ocurre después y la sostenibilidad, no como una ocurrencia tardía sino como parte integral de nuestro enfoque de diseño. Queremos integrar estos procesos en el contexto local, político y de la sociedad civil. No queremos que estos espacios existan en un vacío en el que haya actos participativos que muy poca gente conozca. Por el contrario, queremos basarnos en la acción de base y ver en qué necesita ayuda la comunidad para que su participación sea más inclusiva e impactante.

Partimos de la base de que, si comprendemos el contexto local, nos damos tiempo para establecer relaciones de confianza con los agentes locales y utilizamos el proceso participativo para apoyar la acción de las bases y las agendas políticas existentes, podremos contribuir a integrar la elaboración de políticas participativas más allá de la financiación de este proyecto relativamente breve.
Sonia Bussu

Partimos de la base de que, si comprendemos el contexto local, nos damos tiempo para establecer relaciones de confianza con los agentes locales y utilizamos el proceso participativo para apoyar la acción de las bases y las agendas políticas existentes, podremos contribuir a integrar la elaboración de políticas participativas más allá de la financiación de este proyecto relativamente breve. Por eso queremos iniciar un diálogo abierto con grupos de la sociedad civil y responsables políticos en torno a estos espacios para pensar cómo podemos generar formas más participativas de hacer las cosas a largo plazo, con la perspectiva del grupo marginado en el centro. Creemos que si partimos de la perspectiva de aquellos a los que rara vez se incluye, es más probable que estos espacios sean inclusivos para todos.

Si he entendido bien, el proyecto considera la participación como un proceso continuo. ¿Podría explicarnos en qué consiste?

En lugar de celebrar un acto participativo puntual, como una asamblea ciudadana, nuestro objetivo es fomentar un proceso participativo que continúe más allá del acto. Este proceso no sólo contempla la elaboración participativa del programa, que implica generar ideas políticas desde la perspectiva de los ciudadanos y, en particular, de los grupos marginados, sino también el escrutinio participativo. Esto podría implicar un diálogo abierto entre los participantes, la sociedad civil y los responsables políticos para supervisar la aplicación. La elaboración de políticas es un proceso complejo, y muchas decisiones se toman en la fase de aplicación. Es una especie de caja negra, y a menudo existen marcos normativos que entran en conflicto con la participación, y que la mayoría de la gente, incluidos los políticos, desconoce. Con este diálogo abierto esperamos generar una forma más participativa de hacer política. La idea es crear espacios donde desentrañar y sortear juntos estas barreras a través de la coproducción continua entre los ciudadanos, la sociedad civil y los medios de comunicación.

Entonces, ¿no es sólo un añadido a las estructuras representativas existentes?

Exacto. No se trata sólo de crear espacios de participación como añadidos con un impacto limitado, sino de reforzar la inclusividad y el arraigo de una cultura más participativa en toda la sociedad y en la elaboración de políticas. Un problema de los mini públicos (o asambleas ciudadanas por sorteo) es que el capital social suele dispersarse rápidamente porque no son ciudadanos organizados los que participan. Y luego nadie controla lo que pasa porque no hay nadie que lo supervise. Tienes que confiar en que los responsables políticos te responderán, pero eso no siempre ocurre, no necesariamente porque los responsables políticos sean malas personas, sino porque los entornos políticos y las presiones políticas cambian continuamente. Si queremos pensar en la participación como un proceso, también tenemos que pensar en formas de tender puentes entre los espacios participativos y las campañas, o los movimientos de base y sociales, como parte de una ecología participativa. Necesitamos generar apoyo público para estos espacios participativos. Por el momento, muy pocas personas de la población en general son conscientes de que se están produciendo. Queremos asentar estos procesos en el mundo real. De lo contrario, corremos el riesgo de ser autocomplacientes y crear procesos participativos extravagantes que no cambian nada.

Ha mencionado el uso de una perspectiva interseccional para incluir a diversos grupos. ¿Podría explicar en qué consiste?

No soy experta en interseccionalidad, pero entendemos que la opresión es siempre interseccional. Todos tenemos múltiples identidades, y es injusto y poco empoderador etiquetar a los grupos como vulnerables porque nadie es vulnerable todo el tiempo, pero todo el mundo es vulnerable en algún momento. Nuestro objetivo es colaborar con grupos que experimentan una opresión interseccional para comprender mejor las intersecciones de estas opresiones, que a menudo se solapan con la clase, las identidades de género, las identidades raciales y las diferentes capacidades.

Al contar con grupos diversos en diferentes espacios y experimentar con distintos enfoques, queremos que los participantes puedan autodefinir su propia identidad a medida que participan. Esto crea un espacio para los procesos de concienciación, como decía Paulo Freire, y fomenta la acción colectiva no sólo dentro de los grupos, sino entre ellos. No queremos etiquetar a la gente con una sola identidad. Por ejemplo, los jóvenes con los que he estado trabajando en Manchester, como parte del proyecto Mindset Revolution, son un grupo muy diverso, en cuanto a clase, género y origen étnico. La diversidad dentro de este grupo generó nuevas perspectivas tanto sobre cómo hacemos la participación como sobre la importancia de una perspectiva de interseccionalidad dentro de la atención a la salud mental.

Creemos que los procesos participativos, si son inclusivos, tienen que considerar cómo nuestras diferentes identidades interactúan con el espacio participativo y cuáles son las barreras ocultas.
Sonia Bussu

Su experiencia de los servicios de salud mental se ve filtrada por sus múltiples identidades y las opresiones interseccionales que experimentan. Creemos que los procesos participativos, si son inclusivos, tienen que considerar cómo nuestras diferentes identidades interactúan con el espacio participativo y cuáles son las barreras ocultas. Esto sólo puede hacerse mediante el codiseño del espacio participativo. No queremos crear islas para los grupos marginados y esencializarlos como tales. Por el contrario, pretendemos llevar esas voces que apenas escuchamos al centro de su comunidad más amplia. El teatro legislativo es una poderosa herramienta para ello. La obra representa la experiencia vivida por los participantes, pero se invita a la comunidad en general como espect-actores a reconocer esa experiencia y co-crear con los actores diferentes escenarios y cambiar las normas opresivas.

Entonces, ¿crear espacios más seguros, como afirmamos en Platoniq, para que estas personas participen es importante?

Sí, pero creo que estos espacios seguros a menudo ya existen dentro de sus comunidades. Se trata de arraigar planteamientos quizá más creativos e integradores allí donde estos grupos ya trabajan y viven y se sienten seguros, basándose en la acción que ya llevan a cabo, y de co-crear más espacio para que construyan una acción colectiva dentro del grupo y entre grupos. Tenemos que colaborar estrechamente con los grupos comunitarios de los que forman parte y que les apoyan. Cuando hago esta investigación comprometida, quiero trabajar con grupos de base locales y grupos comunitarios porque ellos entienden lo que es un espacio seguro para ellos, que puede ser muy diferente de lo que yo entiendo. Puede que haya muchas cosas que yo pase por alto y no tenga en cuenta, porque no tengo la misma experiencia vivida. Por eso queremos diseñar estos espacios desde sus perspectivas. Así sabremos cual es su espacio, que les pertenece y donde se sentirán seguros.

¿Podría explicar con más detalle el concepto de representatividad compensatoria y cómo se aplica en INSPIRE?

Si se refiere al sobremuestreo, entonces sí, nuestro proyecto se centra en grupos que suelen estar infrarrepresentados. No nos limitamos a invitar a unas pocas personas de estos grupos a participar en una asamblea más amplia que sea más o menos representativa de la población en general.

Adoptamos un planteamiento diferente, en el que co-diseñamos espacios con estos grupos infrarrepresentados en el centro, y luego invitamos a la comunidad en general a unirse a estos espacios. Esto incluye también a los responsables políticos. Es lo contrario de un mini-público tradicional.

Co-diseñamos estos espacios desde la perspectiva de grupos que a menudo quedan excluidos, no porque no quieran participar, sino porque no se sienten cómodos en los espacios que solemos diseñar.

Por ejemplo, invitamos a la comunidad en general a participar en una obra de teatro legislativo creada por jóvenes diversos, o en un espectáculo de danza que pone de relieve los derechos de las personas con discapacidad. Estamos adoptando un enfoque opuesto para centrar sus experiencias y luego llevar a la comunidad en general a estos espacios. Pero pondremos a prueba este enfoque y veremos cómo evolucionan las cosas.

¿Podría compartir sus expectativas sobre el posible impacto social del proyecto INSPIRE?

Nuestra ambición es concienciar sobre los puntos débiles en este campo hasta ahora, como pasar por alto la economía política de la participación, no considerar estos espacios a través de una lente interseccional, o el hecho de que estos procesos son a menudo ad hoc y no están integrados.

Esperamos desarrollar una serie de ideas, enfoques y sugerencias con los grupos y comunidades con los que trabajamos. Estarán disponibles en forma de conjuntos de herramientas coproducidas en directo, y diferentes grupos comunitarios, responsables políticos y ciudadanos podrán probarlas, ensayarlas y adaptarlas a su contexto. La plataforma Decidim será crucial como centro de intercambio de conocimientos y nos ayudará a continuar este trabajo a largo plazo.

El impacto político está obviamente en nuestras mentes. Queremos centrarnos en el escrutinio participativo y ver la participación como un proceso continuo y no como un acontecimiento puntual. Es un proyecto ambicioso, y tenemos tres años para aprender, compartir y desarrollar. El impacto político es siempre una incógnita, así que haremos todo lo posible por conectar con los responsables políticos de los distintos niveles y hacerles partícipes de este proceso de coproducción. Esto también nos ayudará a entender los retos de viabilidad desde su perspectiva. ¡Estén atentos!