Entrevistas

Renata Avila La gobernanza necesita fiesta: Reconectando con alegría el movimiento open con los movimientos de base

30/enero/2025 por Olivier Schulbaum & Cristian Palazzi
abogada internacional de derechos humanos, en el Internet Freedom Festival. 2016. Foto de DANIEL DUART/Plaza.
Olivier Schulbaum

Olivier Schulbaum

Co-fundador de la Fundación Platoniq

Emprendedor Social, fundador de la plataforma de financiacíon colaborativa ética Goteo. Trabajo como consultor en numerosas organizaciones nacionales y extranjeras aplicando mis conocimientos y amplia experiencia en diseño y desarrollo de metodologías ágiles y herramientas open source para la innovación social digital. Desde el 2001 llevo a cabo acciones y proyectos en los que los usos sociales de las Tecnologías de la Información y la Comunicación y el trabajo en red son aplicados al fomento de la comunicación, la autoformación y la organización ciudadana. Miembro del Patronato de la fundación Ciudadana Civio.

En Platoniq interpreto las necesidades de nuestros socios teniendo en cuenta los nuevos retos sociales, las oportunidades y los paradigmas tecnológicos. Llevo a cabo proyectos desde 2001, en los que se aplican los usos sociales de las TIC y las redes distribuidas para mejorar la comunicación, la autoformación, el emprendimiento social y la organización ciudadana. Mis trabajos con Platoniq se han presentado en congresos de innovación y festivales de cultura digital y se han puesto en marcha en organizaciones como la cooperativa vasca Mondragón y en varios espacios educativos de Europa, Asia y América Latina.

Cristian Palazzi

Cristian Palazzi

Director de Incidencia y Movilización Ciudadana

Filósofo en Fundación Platoniq y asesor de campañas de crowdfunding cívico en Goteo.org.

En esta conversación provocadora, Renata Ávila, abogada y activista guatemalteca especializada en tecnología y propiedad intelectual, que trabaja en la intersección de los derechos humanos con la tecnología, reflexiona sobre las transformaciones, retos y potenciales del movimiento de los comunes digitales.

En diálogo con Olivier Schulbaum y Cristian Palazzi, destaca cómo la privatización de las infraestructuras digitales y la institucionalización del movimiento han alejado a los comunes de sus raíces en los movimientos de base. La entrevista aborda temas cruciales como la necesidad de modelos de gobernanza sostenibles, la interacción entre lo digital y lo físico en plataformas como Decidim, y el papel del arte y la cultura en la construcción de narrativas capaces de contrarrestar la manipulación populista.

Señalando cómo Wikileaks marcó un punto de inflexión crítico, separando las aguas entre un movimiento más institucionalizado y un activismo comunitario y radical, nos invita a imaginar cómo los comunes digitales pueden conectar con otras luchas como la justicia climática y territorial, promoviendo alianzas entre lo local y lo global.

Olivier: ¿Hacia dónde se dirige el movimiento de los comunes? ¿Cómo ha influido tu experiencia como abogada de derechos humanos y activista digital? Desde tu perspectiva de gobernanza basada en los comunes, ¿crees que hay algo que debamos redefinir?

Renata: Más que mi experiencia en derechos humanos, lo interesante ha sido comprender que no necesitamos una legislación súper especializada para abordar los temas digitales. Los derechos fundamentales ya cubren mucho más que lo que una regulación fragmentada con cartas digitales o principios específicos puede ofrecer. Creo que perdimos la oportunidad de expandir derechos.

Desde el punto de vista de los comunes, es más efectivo partir de principios generales y adaptarlos a las tecnologías emergentes, en lugar de lo que se ha hecho en los últimos años: una regulación detallada y excesiva, como lo hemos visto en la Comisión Europea y en varios países. Pienso que pudimos haber adoptado principios de gobernanza de los bienes comunes naturales y dinámicas comunitarias o sociales, aprendiendo de prácticas indígenas como la gobernanza distribuida y la resolución comunitaria de conflictos.

Sin embargo, prevaleció una visión mercantilista en la regulación de los derechos digitales. Otro enfoque que pudo haber sido útil es evaluar los impactos tecnológicos desde una perspectiva comunitaria, más allá de lo individual. Aunque hay figuras como Max Schrems que han logrado grandes avances en derechos digitales, su visión se centra mucho en “mis datos, mis derechos”. Ha faltado una perspectiva que contemple lo colectivo y lo comunitario.

Todo comienza desde cómo nos referimos a las personas. Hablamos de usuarios, no de comunidades, y eso marca una gran diferencia
Renata Avila

Olivier: Desde tu posición como Directora Ejecutiva de la Open Knowledge Foundation, ¿cuáles son las mayores tensiones que observamos dentro del movimiento de los comunes, especialmente en el equilibrio entre apertura, inclusión y privacidad?

Renata: Más que tensiones conceptuales, creo que enfrentamos una tensión generacional.  El movimiento de los comunes pasó de ser un esfuerzo ciudadano colectivo a institucionalizarse en organizaciones como la Wikimedia Foundation o la Open Knowledge Foundation, que empezaron a recibir grandes sumas de dinero. Esto profesionalizó el activismo, convirtiéndolo en un trabajo de 9 a 5, y desplazó completamente la construcción de comunidad, especialmente la intergeneracional.

Un momento clave fue 2010, con Wikileaks. Fue un punto de inflexión que mostró quiénes estaban dispuestos a arriesgarse por sus principios. Pero también marcó la “muerte de la comunidad”: muchos se distanciaron por miedo y se promovió una visión de “esto es demasiado, demasiada libertad.” El acceso colectivo a información sin filtrar podría haber cambiado nuestra comprensión del mundo, pero el movimiento se dividió. Por un lado, algunos exigían un cambio sistémico inmediato; por otro, muchos optaron por retirarse.

Los estados reaccionaron de dos formas: financiando y controlando organizaciones institucionalizadas, lo que profesionalizó las actividades ciudadanas, y criminalizando figuras clave como Julian Assange y Aaron Swartz. Esto debilitó al movimiento y fracturó sus bases.

Luego, las revelaciones de Edward Snowden desplazaron el enfoque hacia la privacidad, dejando atrás batallas fundamentales como el acceso al conocimiento. La obsesión con la privacidad oscureció el espíritu original de colaboración y creación de los comunes.

Hoy, el movimiento está dominado por una visión institucionalizada. Los gobiernos aprovecharon para controlar mediante financiamiento y, más tarde, desfinanciar. Esto dejó un movimiento fragmentado, envejecido y desconectado de las luchas actuales.

La clave está en reconectar con las nuevas generaciones. Estas tienen una visión disruptiva del sistema, pero necesitan herramientas y apoyo para apropiarse de la lógica de los comunes. Ya no vale la pena intentar recuperar a generaciones intermedias que priorizan la conformidad. Necesitamos enfocarnos en los jóvenes, quienes tienen el potencial de revitalizar este movimiento con una visión más audaz y transformadora.

Olivier: ¿Cómo pueden las iniciativas basadas en los comunes, particularmente en el ámbito digital, resistir la privatización de las infraestructuras y transformar los espacios de resistencia en espacios de creación y convivencia? ¿Qué papel juega la gobernanza en este proceso y cómo podríamos integrar elementos culturales como la fiesta para revitalizar el movimiento?

Renata: Estamos en una posición mucho mejor ahora para resistir la privatización de las infraestructuras digitales, pero solo si abrazamos una visión común de la tecnología que queremos. No se trata de replicar Silicon Valley, sino de crear tecnologías “suficientemente buenas” que medien nuestros espacios. Lo más importante no es el código, sino las personas y las reglas de gobernanza.

Si queremos transformar los espacios digitales de resistencia en espacios de creación y convivencia, necesitamos revisar seriamente nuestros sistemas de gobernanza. Aquí es donde los comunes tienen mucho que ofrecer. Por ejemplo, hemos hablado sobre modelos de gobernanza basados en los comunes, y aunque hay casos exitosos, falta mucho trabajo para definir principios claros y traducirlos en prácticas viables. La clave para construir alternativas digitales sostenibles no está en el código, que representa apenas un 10% del esfuerzo. El 60% está en los modelos de gobernanza y el 30% en la sostenibilidad.

Necesitamos gobernanzas que permitan federar comunidades, que sean funcionales y que respondan a las necesidades reales de las personas. Hasta ahora, nos hemos enfocado demasiado en el código y los datos, pero no podemos separar las comunidades digitales de sus estructuras de gobernanza. Esa es la mayor contribución que puede ofrecer una nueva era de los comunes digitales: modelos de gobernanza que eventualmente se conviertan en la norma, reemplazando los sistemas actuales.

Además, la gobernanza no puede ser solo reglas: necesita fiesta. Necesitamos música, comida, danza y alegría. Nuestro movimiento solía ser más divertido; ahora está lleno de post-its y reuniones formales. Hay que recuperar la fiesta, porque compartir las cosas buenas de la vida es tan importante como crear estructuras funcionales. La gobernanza y la fiesta deben ir de la mano para construir espacios digitales verdaderamente colectivos y humanos.

La gobernanza y la fiesta deben ir de la mano para construir espacios digitales verdaderamente colectivos y humanos
Renata Avila

Olivier: Decidim, como plataforma de código abierto, permite adaptarse a diferentes necesidades gracias a su flexibilidad. Sin embargo, el uso de Ruby como lenguaje de programación representa un desafío, ya que sus altos costos dificultan el acceso para muchas comunidades que buscan gestionar su propio Decidim. ¿Crees que esta elección limita su potencial como herramienta inclusiva y sostenible?

Renata: Eso es un problema común en el desarrollo de tecnologías abiertas. En el caso de Open Data Editor, tuvimos que reescribir todo el código porque incluía funcionalidades innecesarias que nadie iba a mantener. La sostenibilidad es clave: las herramientas deben ser de bajo costo y fáciles de mantener. No necesitamos un rendimiento perfecto, solo algo suficientemente bueno (good is good enough).

Para lograrlo, es esencial que las comunidades definan sus prioridades desde el principio. Esto garantiza que las herramientas sean útiles y sostenibles, sin depender exclusivamente de desarrolladores o intereses técnicos.

Un ejemplo: el año pasado lanzamos una iniciativa llamada Web We Want, enfocada en tecnologías de bajo costo, fáciles de mantener y diseñadas para durar al menos diez años. Estas herramientas deben servir a propósitos específicos sin recopilar datos innecesarios.

Olivier: ¿Cómo podemos construir una nueva narrativa para los comunes digitales que no solo conecte con las luchas actuales, como la justicia climática o los procesos de reconstrucción social en contextos de crisis? ¿Qué elementos clave deberían guiar esta narrativa para que sea transformadora y efectiva?

Renata: El genocidio en Gaza nos ofrece un punto de partida crucial para esta reflexión. Fue un ejemplo de cómo las tecnologías y las narrativas pueden combinarse para ignorar por completo principios básicos. Este tipo de crisis, al igual que los procesos de transición en el Medio Oriente, nos muestra que un enfoque basado en los comunes podría jugar un papel transformador en la reconstrucción de sociedades.

Además, la crisis climática y sus desastres asociados evidencian la urgencia de conectar los comunes digitales con otros comunes. No podemos tratar los digitales de manera aislada; necesitamos tejer vínculos con las luchas sociales y climáticas, destacando tanto las diferencias como las conexiones entre ellos.

La misión más importante ahora es integrar los comunes digitales en un marco más amplio que aborde estas crisis globales de manera colectiva. Una narrativa efectiva debe enfatizar estas conexiones y ofrecer soluciones inclusivas que respondan tanto a desafíos locales como globales.

Es esencial mantener la cohesión y congruencia en las misiones comunes para trascender los espacios pequeños y tener impacto estratégico en las políticas públicas
Renata Avila

Cristian: La mayoría de los políticos, especialmente los populistas, no apelan directamente a la verdad, sino que manipulan emociones para ganar apoyo, aunque digan cosas sin sentido. Hemos perdido el recurso a datos fiables y consensos. ¿Cómo crees que se pueden combatir estas narrativas? ¿El arte y la cultura podrían jugar un papel en esto?

Renata: Hay dos caminos complementarios para conectar el activismo de base con las políticas institucionales. Por un lado, algunas iniciativas comunitarias pueden funcionar sin necesidad de vincularse a las instituciones. Por ejemplo, los bancos de comida organizados a nivel local tienen un impacto horizontal y sostenible si la comunidad es solidaria, coherente y políticamente congruente. Pero también se pierde algo si estas iniciativas no adquieren una dimensión autónoma y colectiva, independientemente de quién esté en el poder.

Es esencial mantener la cohesión y congruencia en las misiones comunes para trascender los espacios pequeños y tener impacto estratégico en las políticas públicas. Si una comunidad trabaja en áreas verdes o apoya a niños, debe ser capaz de usar su experiencia y cohesión para intervenir y proponer soluciones informadas en las políticas públicas.

Sin embargo, un problema común es que cuando un líder progresista llega al poder, los movimientos suelen disolverse para integrarse al gobierno, dejando atrás a las comunidades. Un buen ejemplo de cómo evitar esto es Morena en México, que dejó liderazgos en las bases para garantizar la continuidad del movimiento. Es necesario pensar tanto en el movimiento como en el partido, y construir mecanismos de contrapeso.

Además, la intergeneracionalidad es clave en las comunidades locales. En Europa, se habla mucho de la desconexión de las políticas, pero también se ha descuidado la cohesión comunitaria. Si los campesinos más pobres en Brasil han logrado esto sin recursos, no hay razón para que aquí no sea posible también.

Olivier: Movimientos como Extinction Rebellion son un ejemplo de activismo que conecta la resistencia con la democracia deliberativa. Aunque tienen un enfoque performativo y occidental, ¿qué opinas de sus métodos y herramientas digitales?

Renata: Movimientos como el Movimiento Sin Tierra en Brasil ofrecen un modelo más integral. No sólo resisten, sino que también plantean soluciones claras, con espacios educativos y de solidaridad. Esto contrasta con enfoques más performativos como los de Extinction Rebellion. Sin embargo, ambos tienen algo valioso que aportar.

El desafío está en conectar las luchas digitales con las de otros comunes, como los territoriales o climáticos. La clave es tejer estas conexiones y destacar cómo los comunes digitales pueden fortalecer otras luchas urgentes, como las climáticas o sociales.

Este artículo forma parte de una serie de publicaciones en el contexto del Convergence of Commoners, un retiro transformador que explora los comunes digitales, la democracia de datos y el activismo creativo.

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