En profundidad

¿La brecha de participación digital tiene género?

01/enero/2022 por Marta Anducas Armengou
Sticker del Wilder Journal #1 por Alba Feitó
Marta Anducas

Marta Anducas Armengou

Coordinadora de Proyectos Europeos

Marta aprendió de ingeniería informática en la UPF de Barcelona, de participación en las comunidades andinas y amazónicas del Perú, y de creatividad en la propia búsqueda. En 2019, sus caminos confluyeron en la Fundación Platoniq, organización donde coinciden la creatividad, la democracia, la participación ciudadana y las nuevas tecnologías.

Hipótesis

Como un pulpo, la esfera digital abarca cada vez más aspectos de nuestro día a día, tanto a nivel personal como profesional. No exenta de sus tentáculos, la participación ciudadana está también incorporando herramientas de acompañamiento digital a sus procesos.

Gracias a plataformas de democracia participativa como Decidim, un mayor número de personas puede acceder, seguir y ser partícipe de los procesos participativos e iniciativas ciudadanas que se desarrollan en un determinado territorio. No obstante, no todas las personas están en condiciones de abrir la puerta de entrada al mundo digital, otras desconocen cómo navegar sus mares, hay las que desconfían del oleaje e incluso las que nunca han visto el mar. Esto es, en otras palabras, la conocida brecha digital.

En este artículo, nos centramos en la situación de las mujeres dentro de la brecha digital, así como en nuestra inclusión y pertenencia a los espacios de participación digital: ¿son espacios accesibles y cercanos para nosotras? ¿Nos sentimos cómodas en ellos? ¿Son nuestros?

Gracias a plataformas de democracia participativa como Decidim, un mayor número de personas puede acceder, seguir y ser partícipe de los procesos participativos e iniciativas ciudadanas.
Holis

¿Por qué creemos que esta cuestión es relevante?

La brecha digital propaga las desigualdades sociales, económicas, políticas y culturales existentes en la sociedad. Esto significa que, cuanto más comunes sean las nuevas tecnologías en nuestra cotidianidad personal y profesional, mayor será la desigualdad que produce y reproduce la brecha digital (1).

Cuando incluimos la perspectiva de género en dicha brecha, somos capaces de analizar las diferencias que hay en el acceso y uso de Internet de mujeres y disidentes de género, frente a los hombres. Las desigualdades siguen vigentes y el fiel de la balanza sigue decantándose hacia el lado de siempre. Por ello, es necesario generar procesos de empoderamiento ciudadano con perspectiva de género, a través de los cuales se acompañe a las mujeres y personas de género no normativo a hacer suya la esfera digital, para que puedan tomar las riendas, trascender el papel de receptoras y convertirse en (co)creadoras de los espacios digitales (3).

Finalmente, cabe destacar la falta de datos y estudios sobre la inclusión de identidades de género disidente en la participación digital. De hecho, en ninguna de las publicaciones consultadas se hace mención a este colectivo, tomando siempre como referencia el binomio mujer-hombre. Aunque en este artículo tampoco vamos a enfocarnos en este colectivo, sembramos la semilla para la reflexión y futuros análisis.

Estado de la cuestión

La brecha digital de género

Un estudio de 2016, titulado “La brecha en la ciudad de Barcelona” y realizado por Mobile World Capital Barcelona (5), afirma que “la brecha de género de acceso y uso de Internet no existe en la ciudad de Barcelona, situándose en línea con los países nórdicos europeos”. Este podría ser un buen titular para la sección digital de cualquier periódico local, pero solo muestra una cara de la moneda. A pesar de que, cuantitativamente, barcelonesas y barceloneses acceden y usan internet en proporciones similares, precisamos profundizar y matizar los conceptos de “acceso” y “uso” para dudar de tamaña afirmación, dar la vuelta a la moneda y preguntarnos: ¿realmente no existe brecha digital de género en Barcelona?

Atendamos, en primer lugar, al “acceso”. Este concepto presenta múltiples dimensiones: el acceso motivacional, relacionado con el interés o la necesidad de una persona de conectarse a internet; el acceso material o físico, que hace referencia a la infraestructura (hardware y software) que permite dicha conexión; el acceso a las habilidades digitales, relacionado con la alfabetización digital y la capacidad de lidiar con las nuevas tecnologías; y el acceso social, el cual se refiere a los factores económicos, organizacionales y culturales que condicionan el acceso a internet, como es la accesibilidad, el idioma, los contenidos disponibles o la cantidad de tiempo libre sin responsabilidades productivas o reproductivas que atender. De todos estos niveles, se ha demostrado que el que se distingue de forma significativa entre mujeres y hombres es el acceso a las habilidades digitales (1), siendo un elemento clave del ensanchamiento de la brecha digital de género.

Las habilidades digitales son aquellas que nos permiten usar, apropiarnos y participar del diseño y desarrollo de las nuevas tecnologías. En este sentido, el acceso desigual a dichas habilidades — la alfabetización digital — condiciona la posición de las mujeres en el mundo digital, siendo en muchas ocasiones relegadas al papel de meras receptoras. En el artículo “Brecha digital de género: la mujer y las nuevas tecnologías” (3), Mónica Arenas afirma que “no sólo se rompe la desigualdad con un igual acceso al conocimiento, sino que es necesario posicionar a la mujer en el proceso de creación del mismo”, y agrega que para equilibrar la balanza “es necesario que las mujeres se conviertan en usuarias, creadoras y transmisoras de información y conocimiento a través de las nuevas tecnologías”.

Un estudio de 2018, “El ecosistema de las TIC desde la perspectiva de género en Barcelona” (4), analiza el papel de las mujeres en la creación y diseño de las TICs en distintos ámbitos de la ciudad. El estudio describe como “los roles de género operan sobre los procesos educativos promoviendo la brecha digital, mediante procesos de reproducción por los cuales los hombres, desde que son niños, reciben más estímulos que las mujeres para dedicarse a ámbitos relacionados con la tecnología”. En consecuencia, se confirma “la infrarrepresentación de las niñas y mujeres y la reproducción de la desigualdad de género en los sectores estratégicos de la educación, la investigación y el empleo relacionados con las ingenierías y las TIC en Barcelona, tanto en lo que respecta al acceso como en términos de su diseño y usos”. Esta profundización desvela la cruz de la moneda y muestra que, aunque cuantitativamente mujeres y hombres acceden y usan internet en proporciones similares, la incidencia que unas y otros tienen en las redes (condicionada por las habilidades digitales adquiridas) determina y ensancha la brecha digital de género en la ciudad Barcelona.

Este breve recorrido demuestra, además, que es necesario usar lupa y pala en análisis de las brechas de la desigualdad. Lupa para encontrar las rendijas que se disimulan bajo el manto cuantitativo de la igualdad; pala para ahondar en la fisura y descubrir el iceberg que se esconde debajo de los números y los buenos titulares.

Las mujeres en los espacios de participación digital: los datos

Un estudio realizado en Estados Unidos en 2019, “The Gender Gap in Online News Comment Sections” (2), ha analizado la participación de mujeres y hombres en los comentarios a las noticias de diversos portales digitales. El estudio desvela que las mujeres tienden a comentar menos que los hombres en los artículos que se refieren al ámbito estatal, nacional e internacional. En la esfera local, la dinámica cambia y son ellas las que intervienen más. Como conclusión, el estudio sugiere que el origen de esta brecha es producto de la socialización política de las mujeres y, por tanto, de la perpetuación de los roles de género: ellas son las encargadas del espacio privado (local) mientras que ellos siguen siendo los dueños de la esfera pública.

El estudio de 2016 sobre la brecha digital en Barcelona (5) destaca que el 27% de las mujeres asegura ser partícipe en movimientos sociales, asociativos o vecinales a través de internet, frente al 24% de los hombres. Aparentemente ellas intervienen más en los espacios digitales de participación. No obstante, se ha realizado un breve análisis sobre la participación digital en un proceso del barrio de Gracia (6) y se ha observado que las personas usuarias que se identifican con un nombre comúnmente asociado a mujeres tienden a hacer menos propuestas que aquellas que se identifican con un nombre asociado a hombres. En cuanto a comentarios y adhesiones a las propuestas, la proporción es similar. Por otro lado, la iniciativa “remunicipalicemos Barcelona” (7), que ha reunido más de veinte mil votos presenciales, muestra en los comentarios una mayor participación de las personas usuarias que se identifican con un nombre comúnmente asociado a hombres.

Son escasos los datos sobre la participación de las mujeres en la plataforma digital de democracia participativa Decidim-Barcelona y no permiten extraer conclusiones sólidas. No obstante, los pocos datos presentados apuntan una tendencia que es necesario tener en cuenta y analizar en profundidad: los hombres tienden a ser más activos y a hacer más propuestas que las mujeres, quienes prefieren comentar y adherirse a las proposiciones ya existentes. Ellos proponen, ellas apoyan, ¿se siguen perpetuando los roles de género también en la esfera digital?

¿Cómo abordamos la pregunta desde Platoniq?

¿Son los espacios de participación digital accesibles y cómodos para nosotras?, nos preguntábamos al inicio. Aunque en Barcelona la mayoría de las mujeres tengamos acceso a un dispositivo con conexión a internet, esto no significa que seamos capaces de acceder a dichos espacios. Como hemos visto, las habilidades adquiridas condicionan nuestra navegación por los mares digitales y limitan nuestra incidencia y participación en los mismos. Además, son mares llenos de peligros: continuamente nos alertan de tiburones dispuestos a arrancarnos los datos y la privacidad, medusas que atacan con comentarios llenos de odio y virus de todo tipo, ¿cómo aventurarnos sin saber navegar?

No obstante, navegamos. Aunque no nos sintamos cómodas ni seguras, agarramos la barca y nos aventamos. Y aunque el mar no tenga límites, hay espacios históricamente “de ellos” en los que nos cuesta formar parte y ser propositivas. Son, sobre todo, los espacios de participación política.

¿Los sentimos nuestros, estos espacios?, nos cuestionamos. Como hemos visto, mientras las mujeres y grupos no hegemónicos no seamos (co)creadoras del espacio digital, difícilmente sentiremos nuestros los espacios que allí se desarrollen. Seguirán siendo espacios de ellos a los que nos adaptamos: a sus dinámicas, sus ritmos, sus estructuras, su lenguaje.Es momento de agarrar la pala y cavar hondo: quizás la cuestión no está en las cifras de participación de unas y otros, sino en la esencia de los espacios que se crean para participar: ¿nos incluyen a todas?

Desde Platoniq, nos cuestionamos e indagamos cómo deben ser los fundamentos de los espacios participativos. Estamos, por un lado, en el continuo desarrollo del framework “Safe(r) Spaces”, un marco de trabajo que, a partir de la discriminación estructural, busca nuevas formas de generar comunidades y voces plurales. Por otro lado, estamos desarrollando un manual de formación a facilitadoras y facilitadores de procesos participativos con perspectiva de género y transición digital, en el cual, a partir de la experiencia directa de organizaciones y comunidades, se puedan establecer unos buenos fundamentos para la construcción de espacios de participación — presencial y digital — más femeninos, plurales e inclusivos.

Más preguntas para la reflexión y el análisis

  • ¿Si mejoramos la brecha digital de género mejoraremos la participación ciudadana?
  • ¿Hay un estilo de participación propio para los grupos socializados de géneros diferentes?
  • Si mujeres de diferentes distritos, edades, culturas, nivel económico y de empoderamiento diseñaran una metodología de procesos de participación, ¿utilizarían la tecnología digital?
  • ¿Son los espacios de participación digital cercanos, amables y accesibles para las mujeres?

Call to action

Si tienes experiencia o información sobre estas cuestiones que nos ayuden a entender mejor las necesidades y, por lo tanto, a redactar un mejor manual de formación para facilitadores/as de participación, ¡contáctanos! Queremos conocerte y conversar contigo. Nos encontrarás en info@platoniq.net.

Referencias

  1. Chang, Younghoon & Shahzeidi, Mehri & Kim, Hyerin & Park, Myeong-cheol, 2012. “Gender digital divide and online participation: A cross-national analysis,” 19th ITS Biennial Conference, Bangkok 2012: Moving Forward with Future Technologies — Opening a Platform for All
  2. Duyn, Emily & Peacock, Cynthia & Stroud, Natalie. (2019). The Gender Gap in Online News Comment Sections. Social Science Computer Review.
  3. Arenas Ramiro, Mónica (2011). Brecha digital de género: la mujer y las nuevas tecnologías. Anuario de la Facultad de Derecho (Universidad de Alcalá), 2011, no. 4, p. 97–125. ISSN 1888–3214
  4. Eticas foundation (2018). El ecosistema de las TIC desde la perspectiva de género en Barcelona // L’ecosistema de les TIC des de la perspectiva de gènere a Barcelona. Ajuntament de Barcelona, Departament de Transversalitat de Gènere.
  5. Mobile World Capital Barcelona (2016). La brecha en la ciudad de Barcelona. Barcelona: Mobile World Capital.
  6. Ajuntament de Barcelona. Patrimonio de Gracia: proceso participativo para incidir en la protección de los elementos patrimoniales arquitectónicos y naturales de Gracia. Proceso de Decidim Barcelona: https://www.decidim.barcelona/processes/patrimonigracia?locale=es.
  7. Associació Catalana d’Enginyeria Sense Fronteres. Remunicipalicemos Barcelona: solicitar la celebración de una consulta ciudadana. Iniciativa de Decidim Barcelona: https://www.decidim.barcelona/initiatives/i-1?locale=es
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