Entrevistas
Raúl Oliván Cajas Negras de la Innovación Democrática: Abrir Instituciones desde Dentro
En la actualidad, la desafección política es un fenómeno creciente en muchas sociedades democráticas. Cada vez son más las personas que se sienten desilusionadas y desconectadas de la política y sus instituciones, lo que ha llevado a una preocupación generalizada sobre la salud de nuestras democracias.
En este contexto, Olivier Schulbaum (co-fundador de Fundación Platoniq) aborda y analiza junto a Ral Oliván cmo la innovación democrática se presenta como una posible solución para reconectar a la ciudadanía con la política y recuperar la confianza en nuestras instituciones. Algunas de estas iniciativas son llevadas a cabo por LAAAB Aragón, un laboratorio ciudadano que busca fomentar la colaboración entre la ciudadanía y el gobierno para diseñar soluciones a problemas públicos. A través de un enfoque participativo y colaborativo, LAAAB Aragón celebra este año su quinto aniversario reforzando la confianza y la conexión entre ciudadanos y administración, y construyendo una sociedad más participativa y democrática.
En primer lugar, un placer tenerte con nosotros Raúl. Para empezar, quisiéramos compartir que, desde la Fundació, consideramos que la democracia de hoy presenta deficiencias estructurales que la hacen inadecuada a ojos de la ciudadanía para afrontar crisis ecológicas, sociales y sanitarias. Ante esta aparente descomposición, nos gustaría saber tu opinión sobre ¿cómo se aborda desde el Gobierno Abierto e Innovativo Social en el Gobierno de Aragón la cuestión democrática y cómo consigue devolver su lugar a la participación inclusiva?
Muchas gracias por la invitación, es un placer para mí también. Podemos empezar por una respuesta bien concisa: para nosotros recuperar la confianza en la democracia es el primer objetivo: como bien sabes, de unos años a esta parte, sobre todo los 15, 10 últimos años, hubo una brecha de desafección, una brecha de confianza entre la ciudadanía y las instituciones, y eso afecta al sistema de partidos, afecta a los gobiernos, pero afecta incluso a la propia idea, al propio sistema. Y por lo tanto a la propia idea de democracia.
Tras la gran recesión del año 2010-2011 España deja de ser uno de los países que más confía en la democracia dentro de la Unión Europea y eso nos parece preocupante. Como sistema operativo de nuestra sociedad, y a pesar de todos sus defectos y todas sus contradicciones, creemos que la democracia debe ser celebrada y defendida de una manera crítica, declarándose inacabada. Nuestra misión es reflexionar, profundizar, expandir la idea de democracia. Ir un poco más allá de la agenda de Gobierno Abierto, añadiendo la capa de la afectividad y de la emocionalidad.
Llevamos casi 15 años con la agenda de gobierno abierto y pensamos que la apertura es sólo el primer paso. Abrirnos para transformar, yendo donde la gente está y siendo autocríticos. Haciéndonos preguntas como ¿Cumplimos con ser transparentes y ponemos a disposición de la ciudadanía todos los datos abiertos de gobierno en nuestros portales? Si no lo estamos cumpliendo, es como promulgar una ley y publicarla, pero luego no encargarse de que esa ley se desarrolle. Es como decir que la gente tiene derecho a la educación, pero luego no hacer escuelas.
Nosotros pensamos que la democracia necesita ser implementada, desarrollada, expandida. Y ahí creemos que servicios como el nuestro son proyectos pioneros de lo que acabaremos desarrollando en muchos ayuntamientos a nivel regional y nacional. Invertimos millones en educación, sanidad y servicios sociales, pero no invertimos dinero en la democracia en sí… y esto es muy grave porque por ahí se cuela el populismo. Por ahí se cuelan discursos iliberales en el sentido de antisistémicos, que pueden ser muy perjudiciales y que acaban siendo disolventes de la sociedad con narrativas de odio, de miedo, de exclusión.
Sin duda. Ahí entiendo que entidades como LAAAB (Laboratorio de Aragón Gobierno Abierto) y cito a Michael Saward, “son clave para comprender la gobernabilidad democrática de hoy y crear la gobernabilidad democrática de mañana” (Saward, 2021, p. xiv). ¿Crees que los laboratorios ciudadanos pueden ser considerados como una innovación democrática?`
Yo creo que los laboratorios son interesantes porque introducen un elemento de novedad y de ilimitación interesante, potente y revolucionario. Por primera vez en mucho tiempo, no es un servicio público que viene a dar respuesta, sino que es un servicio público que viene a generar preguntas. Es mucho más abierto, potente y radical, porque no sabes lo que te va a generar.
En otro servicio público, cuando tú generas una respuesta, puedes ir puliendo y perfeccionando esa respuesta, pero será muy parecida a la que pueda surgir dentro de 5 años, 20 o 100. Tecnología aparte, un hospital de hoy no será muy distinto al que vemos la siguiente década. Pero el laboratorio es un dispositivo que tiene muchísima más apertura y margen, porque las preguntas tienen una capacidad de mutación, de adaptación y flexibilidad mucho mayor.
Eso es lo que intentamos desde el LAAB: generar preguntas, generar marcos de referencia que hacen que nos planteemos las cosas tal y como las veníamos haciendo, probando, como en todo laboratorio, con derecho al error, esa idea. Y cuando encontramos claves interesantes, de alguna manera inoculemos cultura para intentar replicar y aumentar el impacto de aquello que hemos conseguido.
Muy interesante. Acerca de su estructura, observamos que los laboratorios ciudadanos suelen estar situados en un nexo de poder: en la intersección de dos tendencias actuales en la gobernabilidad democrática como son el surgimiento de formas novedosas de participación a través de la innovación democrática y en paralelo con una tendencia tecnocrática de control de élite. ¿No es paradójico? ¿O simplemente esta paradoja es un indicativo de una posible futura cosmología democrática?
Creo que aquí tenemos una pregunta muy interesante. Si pienso en el gran panel en la plaza del Pilar, este representa gráficamente el equilibrio de la tensión democrática: la bisectriz entre el Demos y el Kratos. Según Daniel Innerarity la mayoría de proyectos políticos se enfocan demasiado en la gestión y los resultados, cayendo en una inercia tecnocrática de un gobierno de razones y no emociones. La Unión Europea es un ejemplo de esto, muy eficaz en la gestión de los fondos, pero sin conexión emocional con la ciudadanía. Esto genera un problema, como el Brexit o lo que pueda pasar en Italia.
Por otro lado, están los proyectos muy emocionales orientados en el Demos, el proceso y la participación, pero que sacrifican eficacia y capacidad de gestión en virtud de ese proceso. Aquí me refiero a experiencias pasadas de los llamados “Ayuntamientos del Cambio”, que si bien fueron muy legítimos desde el punto de vista de la participación ciudadana, en su mayoría no generaron resultados reales y no tuvieron un impacto significativo “aterrizando acciones”.
Encontrar el equilibrio adecuado es crucial: el Demos para darle legitimidad y los resultados concretos para transformar la vida de la gente. No puedes quedarte en una asamblea permanente o en un prototipo que nunca llega a ser efectivo. Es importante combinar ambas realidades. En esa bisectriz está el LAAB, entre el Demos y el Kratos, y ahí es donde debemos reflexionar y profundizar para expandir la idea de democracia de manera crítica, añadiendo la capa de la afectividad y la emocionalidad.
Una síntesis sacada de tus propias palabras podría ser “Más Demos mejor Cracia. Un exceso de Demos sin Cracia puede devenir en populismo. Un exceso de Cracia sin Demos puede generar tecnocracia”. ¿Qué importancia tiene encontrar la narrativa o las palabras justas para que la ciudadanía reciba el mensaje de cambio desde la institución sin tecnicismos?
Es una tensión complicada, porque por una parte necesitas que la gente te entienda, pero por la otra también tienes que alumbrar un mundo nuevo que no existe y que como no existe hay que inventar estirando las palabras.
A veces la metáfora, como espacio de encuentro conceptual, es una buena herramienta. Coges las palabras que provenían de un universo, las llevas a otro y eso te permite contar una historia. Hace poco leí una frase que me parece muy bonita: “una metáfora tiene la virtud de presentarte como nuevo, algo que no lo es”.
Creo que tiramos de metáforas, de neologismos, de palabras inventadas, porque estamos intentando alumbrar un mundo nuevo. Al comienzo de “Cien años de soledad” puede leerse que “señalábamos las cosas con el dedo porque aún no tenían nombre”. A veces, como queremos inventar cosas, conceptos, artefactos, modos de relacionarnos que no existen, tenemos que inventar un poco estas palabras y tirar de metáforas.
En ese reto, se sabe que los laboratorios apuntan al juego y la creatividad como dos aspectos que las innovaciones democráticas establecidas rara vez incorporan. ¿Considerarías el LAAB como un terreno de juego democrático? ¿En qué sentido?
La pregunta sobre el juego y la innovación me gusta mucho. No solo el juego como metodología, sino también como experiencia, como gozo, como espacio de encuentro, de risa, de cooperación, de diversión y de disfrute. Esta idea de que la participación y la democracia son cosas serias, aburridas, sólidas, inamovibles me echa para atrás. Además, creo que el juego es consustancial en el proceso creativo, que es la forma en la que aprendemos cuando somos niños. De alguna forma, se va perdiendo a lo largo del itinerario educativo, especialmente en la universidad y, por supuesto, en el entorno laboral. La experiencia me dice que **el juego es un terreno súper fecundo para alumbrar ideas y para crear marcos de referencia alternativos** que permitan ese hecho creativo, ese hecho innovador.
Entre esos nuevos formatos de laboratorio en todo el mundo, incluidos “policy labs”, laboratorios de innovación ciudadana y “living labs”, que invitan al compromiso político de múltiples partes interesadas ¿Qué características básicas comparten con innovaciones democráticas como las asambleas ciudadanas? ¿Dónde se podrían cruzar?
En el sentido que me preguntas, yo entiendo que los laboratorios actúan como espacios de desinstitucionalización, zonas de transición entre lo que puede suceder afuera (esas asambleas ciudadanas por ejemplo) y lo que puede suceder adentro (diseño de políticas). Son espacios de mediación entre el exterior y el interior de las instituciones.
Interesante. Me hace pensar en Godard “haciendo cine sobre el cine” y, desde esa lógica, ¿crees que tiene sentido crear un meta laboratorio sobre laboratorios para así explorar el potencial del formato de laboratorio con compromiso democrático?
Así es. Yo creo que Media Lab Prado tiene la facultad de ser un “meta laboratorio” donde todos podemos encontrarnos. Porque están floreciendo muchos proyectos e iniciativas y para mí, la reflexión y la autorreflexión son importantes siempre que no sean limitantes o académicamente excluyentes o rigurosas. Si cada palabra tiene dos significados, uno que dice el diccionario y otro que somos capaces de darle en la vida, me interesa especialmente la segunda acepción, como en la palabra “laboratorio”. No me interesa hallar una definición académica para el paper o el académico de turno, que es un poco lo que solemos encontrar. Me interesan más los espacios de reflexión abierta con sus devenires y provocaciones.
Con tantos proyectos floreciendo, creo importante abrir capítulo sobre la desconexión entre los gobiernos locales y los ciudadanos más jóvenes. Según una encuesta de Playground, el 92,43 % de las entrevistadas piensan que la opinión de los jóvenes no es tomada en cuenta a la hora de elaborar políticas y el 86,98% se sienten poco o nada representados por alguno de los partidos políticos actuales. Ante el esfuerzo de los municipios por involucrar a las generaciones más jóvenes en sus procesos participativos ¿Como se afronta el tema de la re-politización y la despolarización de los jóvenes en el Gobierno Abierto de Aragón?
La desconexión de una parte de la ciudadanía, particularmente de la gente joven, de los gobiernos, las instituciones y del propio sistema democrático es muy preocupante, con un sector de 18 a 22 años que apoya activamente la locura anti-sistema de Vox. Por nuestra parte, tenemos varios proyectos como la Social Impact Academy, Hip-Lockers y Política Pop, que es una escuela de filosofía y política a través de narrativas contemporáneas que utilizan Netflix y HBO. No hacemos milagros porque el fenómeno es infinito y regamos con regadera en el desierto, pero al menos nos mostramos atractivos e influyentes en un público que normalmente es completamente refractario al mensaje institucional, que directamente emite en otro ancho de banda y ni siquiera le presta atención. A día de hoy hemos alcanzado cierta capacidad de conectar con ellos, tras un proceso de entendimiento de sus coordenadas emocionales.
Considerando que en esa reconexión las redes sociales deberían tener un papel me gustaría compartir una publicación que realizaste en Twitter donde decías, “el voluntariado aragonés hace 3.5 millones de horas y si fuera una empresa sería la segunda más grande de Aragón.” Dicho esto, ¿cómo podríamos “exigir” al sector privado que asuma o financie en parte el voluntariado y soporte el coste de la gestión de este voluntariado de manera solidaria? Especialmente pensando en la participación ciudadana y garantizando un tiempo notable para la implicación de sus trabajadores en procesos participativos. En Fundación Platoniq, por ejemplo, abogamos por 4 horas a la semana. ¿Crees que sería un equilibrio más justo?
El voluntariado me interesa mucho. Especialmente cuando parece que el voluntariado y la innovación social se perciban como distantes. Como si el voluntariado fuera poco cool y moderno para quienes solemos hacer innovación social o innovación pública. Yo creo que esto es un error porque el voluntariado es un stock de energía superpotente que quizás no siempre ha estado bien encauzado o explotado, al asociarse demasiado a determinado tipo de procesos, como los asistencialistas. El voluntariado es un fenómeno que debería ser un indicador de desarrollo y progreso de nuestras sociedades. Ahí donde hay voluntariado hay una sociedad cohesionada, hay una sociedad avanzada, hay una sociedad donde los estados, los servicios públicos están consolidados. Ahí el voluntariado hace de avanzadilla, identificando nichos nuevos pero también cubriendo aquellos flancos a los que el estado no llega, no por falta de medios sino por una cuestión de articulación, de capacidades.
El estado a veces no tiene la flexibilidad, ni el nivel de empatía o efectividad necesaria para desarrollar determinado tipo de tareas y ahí el voluntariado puede tener un papel. Yo creo en una sociedad en la que el voluntariado va a ser cada día más protagonista, la gente va a tener cada vez más tiempo. Algoritmos y robots van a ir haciendo cada vez más nuestro trabajo y se va a liberar jornada de trabajo repetitiva y tediosa. La gente podrá ir a pasear, hacerse su huerto, montarse su grupo de teatro o también hacer voluntariado. El voluntariado tiene que crecer sin el corsé de esa imagen conservadora y asistencialista, con su potencial enorme.
Yo no identifico el voluntariado como una actividad desinteresada. Esto es una ficción porque nadie hace voluntariado desinteresadamente. No digo que haya gente que lo haga por sentirse mejor pero también por conocer gente, porque están solos, para ligar, para mejorar su currículum, para ensayar sus habilidades, por soledad, por salir de un bache… lo que sea. Lo cierto es que el voluntariado es un vector muy potente. Ahí yo creo que debemos ser astutos y plantear nuevos marcos en colaboración con el mundo de las empresas, más avanzados y atrevidas que el propio mundo de las organizaciones sociales. Ahí es donde entra en juego nuestro proyecto Cebol, una plataforma que conecta voluntarios, organizaciones y empresas para construir conjuntamente. El potencial es enorme y entre sus objetivos está el demostrar que el voluntariado no quita trabajo, sino que lo crea.
Mucho por hacer y mucho por celebrar también. Este 10 de marzo se viene el FestiLAAAB para celebrar los 5 años del LAAAB. ¿Hay alguna sorpresa que nos puedas avanzar? Si pudieras escoger algunos hitos que consideres relevantes para otras instituciones nosotras lo compartiremos en formato “tuit” desde nuestras cuentas a toda la ciudadanía.
Por supuesto. Puedes imaginar que nos hace mucha ilusión celebrarlo porque han sido 5 años super intensos: con una pandemia, con un proyecto intensísimo como fue el #FrenaLaCurva, pero también un montón de otros proyectos como Cocina Lab, como el proyecto OLA de innovación pública, la Social Impact Academy, Hate Blockers, Open Kids, Codiseño de Servicios Públicos, el Radar, la Compañía con los mayores… en fin, ha sido una barbaridad impulsar casi una veintena de proyectos en estos cinco años increíbles. Para este FestiLAAAB tenemos varias sorpresas y la que más ilusión nos hace es la presentación de la Caja Negra de la Innovación, que es para nosotros un salto revolucionario hacia adelante. Si con el Hexágono de la Innovación Pública y sus seis vectores del HIP habíamos creado una herramienta que permite diagnosticar las más de mil organizaciones y equipos que han autoevaluado con el HIP, ahora con la Caja Negra también van a poder pasar a la acción, pues se trata de un toolkit con más de 60 metodologías, herramientas y minijuegos que te permiten transformar sistémicamente tu organización tanto a nivel individual, como de equipo y entidad. También va a tener algunos elementos nuevos, como una mesa para hacer urbanismo participativo con elementos y dispositivos digitales muy chulos, un panel luminoso que te permite identificar cuáles son tus soft skills y los de tu equipo, así como tus competencias… Habrá un montón de cosas muy chulas y, sobre todo, vamos a celebrarlo, que es de lo que se trata.
Muchas gracias por tu tiempo, Raúl, enhorabuena por tan buen trabajo y esperamos encontrarnos en el FestiLAAAB.
Un placer compartir este espacio, gracias también a Fundación Platoniq por sus aportaciones y, sí, ahí nos vemos en FestiLAAAB.